
Sin aviso previo, una tarde de hace casi treinta años, el ya entonces conocido escritor Mario Escobar Velásquez se apareció por la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto con cuatro gruesos volúmenes encuadernados.(“Encuadernación Zea”) del semanario Lanzadera, de la empresa Coltejer. “Yo quiero que esté aquí”, me dijo, mirando más los volúmenes que a mí. Se despedía de ellos. Desde comienzos de los años 80 el escritor había recurrido en varias ocasiones a los servicios de esa sección de la Biblioteca...